aSOMAte




¿CÓMO SURGE EL aSOMAte?
La experiencia del taller de mujeres de B° Gobernador Pizarro
Nuestra experiencia de trabajo comunitario tiene en su historia tres años compartidos con grupos de mujeres en barrios de Unquillo, en acciones orientadas al fortalecimiento de las identidades y a la dinamización de experiencias educativas y organizativas. Durante los años 2003, 2004 y 2005 la principal acción que compartimos con las mujeres fue un Taller de Expresión Corporal. Ese proceso fue abriendo diferentes ventanas. En primer lugar pudimos experimentar el propio cuerpo de un modo diferente. Pensar en él, mirarlo, reconocerlo, disfrutarlo, moverlo de nuevas maneras y concebir otras formas de usarlo, de calificarlo. La segunda posibilidad, fue la del contacto, la exploración de nuevas formas de cercanía y de vínculo con otros y otras. Y la  tercera fue la experiencia de organización colectiva y de multiplicación de la experiencia vivida.
Surge entonces, un interrogante: ¿cómo compartir esta experiencia de taller de expresión corporal con otros grupos de adultos, adultas y jóvenes acercando a ellos  y ellas aquello que encontramos en el trabajo con el cuerpo y el accionar colectivo del grupo?
Lo primero que surgió fue la posibilidad de realizar intercambios con otros grupos de mujeres, organizando encuentros en los que compartir el taller, a la vez que vivenciar la experiencia de las otras mujeres. A estos intercambios los llamamos “Taller sobre ruedas”.
Sin embargo existía otro interés: ¿cómo hacer para que la pregunta por el cuerpo, y la posibilidad de bucear en lo que somos y hacemos pudiera compartirse y recrearse en otros ámbitos sin que fuera necesario desarrollar la experiencia vivencial del taller?
Se nos ocurrió diseñar un objeto lúdico, un dispositivo interactivo que hiciera de mediador y acercara prácticas lúdicas y corporales a través de otro soporte. Para ello construimos un JUEGO compuesto por un universo amplio de disparadores referidos al cuerpo (que proponen moverlo, pensarlo, compartirlo, sentirlo, nombrarlo) dispuestos en un recorrido, que de modo flexible sea adaptable al proceso, los objetivos y las necesidades de cada grupo.

TRES IDEAS CENTRALES QUE GUIARON LA CREACIÓN DEL aSOMAte
La posibilidad de pensarnos como sujetos colectivos con capacidad de acción transformadora.

Creemos y apostamos a procesos organizativos sólidos, que pongan en juego los sentidos construidos respecto al trabajo compartido, la resignificación de la acción colectiva, las potencialidades de los sujetos, la fuerza de su entorno barrial y su cultura.
Creemos que es posible asumir una identidad colectiva sólida como grupo u organización o movimiento.
Creemos que en la dimensión política de la vivencia colectiva, en tanto encuentro entre pares, descubrimiento en común, lo que abre nuevas dimensiones desde donde “ver y tocar el mundo”//transformarlo. 
En este sentido jugar supone también desarrollar estrategias  colectivas para construir complicidades y alianzas, traspasando la frontera de lo privado, para apropiarse de espacios más públicos, de significados compartidos, y de horizontes comunes.

El cuerpo puede ser una puerta de acceso al redescubrimiento de nuestras identidades individuales y colectivas.
La disposición de nuestras espaldas y nuestros pechos, la forma en que abrazamos y sonreímos, las cosas que nos permitimos mirar y aquellas que se presentan como invisibilizadas, la manera en que nos entregamos al placer y la seducción, la relación con la salud y la enfermedad, los saberes sobre nuestro organismo, la higiene, la alimentación, nuestro peso, el ritmo de nuestro andar, el balanceo en nuestro caminar, los movimientos al bailar, la textura de nuestra piel, el uso de nuestra voz, los gritos y los silencios, cómo acariciamos y abrazamos, dónde sentimos los dolores y las alegrías,  los tonos y el vocabulario, el peinado, los aromas que nos acompañan, la vestimenta que usamos, las vestimentas admitidas para los géneros y edades, lo que mostramos y lo que tapamos, son marcas de nuestra historia personal y social. Marcas que en nuestras sociedades son también huellas de las desigualdades y las injusticias. Pero son, sin embargo, marcas tan profundas como invisibles a nuestros ojos. Su existencia aparece internalizada en nosotros como algo dado.
El cuerpo es clave en la construcción de las identidades, y es, también, “el centro de la reproducción de las sociedades, tanto en términos materiales como simbólicos.” [1]
Es el lugar desde donde se establecen los márgenes y los límites de nuestras acciones, percepciones, y relaciones. Socialmente se construye una forma de explicar el propio cuerpo y de relacionarse con él, y en ese acto, se prescribe también la relación con el mundo.
Por lo tanto la apuesta es pensar, sentir y usar el cuerpo como espacio de encuentro y relacionamiento, como lugar para explorar e indagar el mundo de la vida, para generar rupturas y nuevos órdenes, y del cual aprender a asomarnos.
Creemos que este ejercicio nos puede permitir:
1. Hacer visible aquello que está plasmado en nuestras fisonomías y posturas. El cuerpo “expresa las formas de vivir y de pensar, el carácter de una cultura”. Allí encontramos las huellas de la dominación, de las distintas formas de violencia, de la opresión y la desigualdad, que se presentan, sin embargo, ante nosotros, como naturales.
2. Desaprender lo aprendido sobre el propio cuerpo y el de otros. Su definición y uso son aprendidos y regulados socialmente. Por eso el desafío es alterar el disciplinamiento, vincularnos con el cuerpo de un modo más cercano a  nuestros deseos.
3. Explorar nuevas formas de ocupar el mundo y de actuar en él, recuperar la posibilidad de crear y recrear, con otros, nuevos sentidos y nuevas formas de vivir. Agudizar la capacidad del cuerpo como fuente de sensaciones y percepciones, de una vivencia singular que dota de significados y contenidos particulares aquello que adquirimos socialmente.

Las prácticas lúdicas y expresivas como posibilitadoras de ese camino a recorrer.
Proponemos JUGAR porque permite subvertir, invertir el orden de las cosas y vulnerar los recorridos prefigurados. Jugar como modo de arriesgarse, de exponerse a la sorpresa, y animarse a lo negado, abandonando roles estereotipados, permitiéndonos un lugar para la libertad. El juego es también posibilidad creativa. Elegir como jugar nos permite inventar nuevas realidades, distintos puntos de llegada -y de nuevas partidas- en la medida en que nos atrevamos a cuestionar y recrear, junto con otros, las reglas. En este sentido, jugar supone también desarrollar estrategias colectivas para construir complicidades y alianzas. Proponemos LO EXPRESIVO en tanto suponga poner en la superficie, exteriorizar aquello que nos constituye, que nos define y nos marca. Lo expresivo, como algo irreductible a una forma única, asume múltiples lenguajes; no exige originalidad, ni exclusividad, sino compromiso con uno mismo, con nuestra memoria y con el deseo. Y por eso permite arriesgarse a lo diferente, a lo propio y a lo colectivo. Entonces la creación es partir de lo que somos para proponernos y arriesgarnos a lo que queremos ser.

¿QUIÉNES PUEDEN ASOMARSE AL JUEGO Y PARA QUÉ?

“aSOMAte HABLA EL CUERPO” pretende hacer un aporte al trabajo colectivo de grupos de jóvenes, adultas y adultos organizados alrededor de intereses y objetivos comunes. Grupos que comparten un recorrido y asumen acciones conjuntas. Que de una u otra forma cuestionan, problematizan e inciden sobre la realidad social que los atraviesa.
Si bien puede ser un juego de ocasión, el aSOMATE fue pensado como una práctica lúdica que promueva la aparición de preguntas, reflexiones o acciones que van más allá del momento de juego. Sus objetivos tienen sentido si se los asume en relación a un proceso colectivo que pone en cuestión lo que somos y lo que queremos ser.
El momento lúdico conlleva la posibilidad de entregarse al juego, perseguir la meta propuesta, enfrentar un desafío. Una dinámica ágil, divertida, diversa y un universo ficticio con metas y reglas propias permitirán justamente recibir y responder las consignas propuestas con un mayor grado de espontaneidad y, seguramente, sinceridad; situación que enriquecerá la galería de respuestas, sensaciones y hallazgos que los disparadores desencadenen. Pero esos descubrimientos sólo pueden traducirse en nuevos sentidos y nuevas acciones si tienen continuidad en un hacer y pensar posterior. Por eso, el aSOMATE se propone: facilitar el inicio de una exploración y desencadenar cuestionamientos referidos a nuestros cuerpos y a lo que allí podemos encontrar de lo que somos, de nuestra identidad individual y social.





[1] Scribano, Adrián. “La batalla de los cuerpos”. Córdoba. 2003.